Juan García, «El Corredera», también conocido como «Juan el Nuestro» fue el mayor Héroe Popular de las Islas Canarias.
Militante del Partido Comunista de Canarias desde 1933, en la organización de su Telde natal, fue parte del comando que intentó detener en Jinámar el viaje de Franco desde Las Palmas capital al aeródromo de Gando el día del alzamiento fascista y militar contra la República española. Franco eligió otra ruta y pudo llegar a Gando, volar al continente africano y rebelarse contra el régimen democrático.
El ejército sublevado y sus hordas fascistas fueron entrando en los pueblos de la isla, en algunos de los cuales tuvieron que vencer alguna escasa resistencia, Telde entre ellos. Comenzaron los arrestos masivos y los secuestros y matanzas a manos de los falangistas. Juan tuvo que esconderse y después huir. Con otra identidad, trabajó de obrero en la fábrica de conservas de Lloret. Aunque en búsqueda y captura, aparecía ocasionalmente en zonas públicas e incluso en Telde, convirtiéndose en un verdadero maestro del disfraz. En 1947 acabó con la vida de uno de los falangistas más terribles de Telde: Vicente «el carnicero».
A partir de ahí, a la leyenda de fugitivo inalcanzable que se había labrado, se añadió la de justiciero popular. Pasó a desempeñar la responsabilidad del aparato de propaganda clandestino del Partido Comunista en la clandestinidad, especialmente de su seguridad y movilidad, aprovechando su nueva dedicación de intermediario en la venta de ganado entre pueblos. A pesar de las continuas campañas de rastreo de la Guardia Civil, nunca lo encontraban, gracias al silencio y la ayuda del pueblo. Estuvo a punto de ser capturado por la policía en la casa de Rosa Bordón, incidente que se saldó con un tiroteo y la muerte de un policía.
A partir de ahí se convirtió en el terror de los falangistas y su fama de Héroe y justiciero popular de la Resistencia antifascista alcanzó tal cota, que la dirección del Partido Comunista en la isla valoró la posibilidad de activar un maquis dirigido por él, en paralelo a los que se fueron creando en España. Desechada la idea, la figura del Corredera pasó a convertirse en Leyenda viva, pues nadie daba con él durante 22 años -de ahí ese apodo- mucho después de la guerra civil y cuando buena parte de la población, incluso de aquellos que apoyaron el golpe, querían pasar página. Como botón de muestra, hay anécdotas incluso de niños que, tras ser castigados por algún maestro (en esa época era común que los maestros pegaran a los niños), les decían: «Voy a llamar al Corredera, para que baje de las montañas, y le ajuste las cuentas».
Debido a la delación de uno de sus compañeros, los últimos años tuvo que huir realmente a cuevas y montañas. En 1958 fue herido de bala y capturado, procesado en consejo de guerra militar y también por lo civil, condenado a muerte y ejecutado en Octubre de 1959, a pesar de las intensas campañas realizadas desde muchos sectores sociales para el perdón, incluyendo la de grupos que ni siquiera habían vivido la guerra. Su muerte causó conmoción y el surgimiento del movimiento Canarias Libre, auspiciado por el PC y varios grupos y personalidades democráticas, lo que dio paso a una nueva fase en la lucha democrática clandestina.
Aún siendo un héroe local, sintetiza los máximos valores de la lucha antifascista y democrática universales. Decir el Corredera durante la dictadura implicaba una identificación directa. Por eso, muchas personas usaron también la expresión «Juan... el nuestro», que podía significar cualquier cosa y proyecta un sentido de sencillez y propiedad popular colectiva, que se repite en todos los países del mundo. Por eso hemos elegido ese nombre tan amplio para esta iniciativa de memoria democrática general.