A trancas y barrancas.
Nació a medidados de 2015 mediante un acuerdo verbal con el CDMM, que aportaba el local y, de entre sus miembros, se apuntó un grupo de personas. Por ser de Marzagán y personas de las que hoy en día los centros de mayores entienden como tales, podía decirse que tenía esa naturaleza mixta. No cabían personas de otros centros. Por su parte, este tipo de centros, coordinados por una entidad gubernativa canaria, da acceso a los mayores de 60, lo que significaba que había algunos que aún estaban en edad laboral.
En esas condiciones, desarrolló una intensa actividad durante año y medio, lapso en el que estrenó varias obras y realizó giras por otros centros, con muy buena recepción.
El acuerdo se extinguió definitivamente a principios de 2017. Manticore se reservó el repertorio, como no podía ser de otra manera, pues las obras se desarrollaron desde la asociación teatral, o fue esta quien realizó las gestiones y obtuvo los permisos de montaje.
Cuando ese primer grupo se disolvió, algunos de sus componentes aceptaron sumarse a otro grupo que teníamos en la zona, en Jinámar, llamado La Sima, con el que estrenaron algunas obras.
Pero con eso se perdía la naturaleza específica del aquel grupo en tanto que participado por personas de la llamada "tercera edad".
En paralelo se produjeron contactos con otro tipo de entidades, porque la llamada "tercera edad" no solo se encuentra en centros de día o residencias más o menos estandarizadas en lo social o socio-sanitario, sino que abundan clubes y asociaciones independientes de la tercera edad y movimientos específicos reivindicativos de los pensionistas, ya sea con organizaciones propias, con la colaboración de algunos de esas asociaciones, o también con secciones de las vecinales o sindicales de algunas centrales.
Ese conglomerado es mucho más abigarrado y variopinto y, desde luego, tomado en conjunto, mucho más reflexivo sobre la propia condición material y espiritual de existencia de esos segmentos sociales, frente a las tendencias conductistas e infantilizadoras que se observan en las entidades de propiedad oficial o concertadas.
Es por ello que recuperamos la experiencia y el activo acumulado de «A trancas y barrancas» como un entorno adecuado para abordar esa temática específica.
Estará disponible como recurso inmediato y ya existente para que el Daimos pueda alcanzar acuerdos con asociaciones, movimientos y entidades de ese conjunto mencionado. Hasta cierto punto, ya lo hicimos cuando colaboramos con la marea amarilla con la edición de un poemario en una manifestación.
La pertenencia a ese grupo no requiere la adscripción a ninguna de las organizaciones mencionadas, pero sí la condición de jubilado. Eso implica que todos sus miembros lo son automáticamente de la Bolsa de Actores y Actrices, pero no a la inversa.
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